Llénate de inspiración, deja volar la imaginación y ¡escribe tu mejor historia!
Deberá incluir las siguientes 6 palabras: aeropuerto, canción, mito, conflicto, instantáneo y Parker.
¿Aceptas el reto? ¡Haz tu mejor esfuerzo!
Seleccionaremos las 4 mejores historias y ganarán 4 elegantes bolígrafos Parker.
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Tienes hasta el viernes 30 de noviembre a las 20:00hrs para dejar tu historia debajo de este post.
¡Participa!
Por cierto, ¡Ya tenemos al ganador de nuestro puzzle con NAUTICA!
Teresita del Pilar Jiménez González. ¡Muchas Felicidades! Te contactaremos vía email para hacerte llegar tu premio lo antes posible :)
Actualización 30 Nov – Nuestros 4 ganadores son: Kytzia Cervantes, Óscar Adrián, Hugo Becerril y Pepe Cambronne. ¡Felicidades! Los contactaremos vía email.
4:30 de la tarde, parece ser que ya es algo
tarde…
Como siempre, John Parker está muy cansado por
otra ardua jornada de trabajo, el vaivén de los papeles por esa puerta de
entrada a su espacio de cubículos dispuestos a ser firmados, sellados,
numerados y devueltos se había convertido en una rutina diaria tan necesaria
para él como lo sería levantarse por las mañanas para darse una buena ducha, el
sonido de los sellos imprimiendo su tinta por sobre las hojas ya era en si una
canción de lo más familiar y conocida para él, pero hoy, precisamente hoy no
puede quedarse a terminar su turno hasta las 6, su novia se irá de viaje, y el
acordó ir a despedirla! Él no le puede fallar! Prometió estar en el aeropuerto
puntualmente a las 5 pm, eso quiere decir que si no decide pronto, perderá la
oportunidad de verla por ultima vez en váyase a saber cuanto tiempo. Por la
mente de nuestro amigo pasa el pensamiento de: Qué debo hacer!?, Que conflicto más
grande me acabo de crear por no haber podido pensar antes en todo lo que
tendría que hacer!?, si me voy… me despedirán… y si no voy… es posible que la
hiera, es posible que la lastime muy feo, y no se cuándo la voy a ver!
Acompañando sus caóticos pensamientos en el
preciso instante en que nuestro afamado John está a punto de colapsar por la
indecisión que siente en sí, le vino a la cabeza esa conversación que tuvo con
un viejo taxista apenas la semana pasada, esa especie de extraño mito que le
contó el anciano hombre mientras lo conducía a su trabajo, que más o menos
decía así:
“Hace mucho tiempo, en un pueblito ubicado en
las faldas de una gran montaña, habitaba una hermosa parejita de enamorados,
eran la pareja perfecta, reían, jugaban, bromeaban, se apoyaban, todos opinaban
que pareja mejor que ellos no podría haber. Él era carpintero, uno muy bueno
según me contaron, ella, costurera, la mejor de la región. Cierto mañana le
llegó el aviso al hombre de que el puente colgante situado en las alturas de la
montaña, en la senda que habían trazado para poder llegar a lo más alto y disfrutar
de la hermosa vista que ofrecía tan mágico lugar, se había dañado, y él, como
carpintero, tenía que ir a repararlo. Esa
mañana, ella se notaba algo insegura, nerviosa, él le preguntó si algo pasaba,
a lo que ella contestó “tengo algo que decirte… pero… esperaré a que regreses
para decírtelo”, le deseó suerte en su misión de reparar el puente, y lo vio
partir montaña arriba. Pasaron los días, y no regresaba, una semana pasó, y
salió una cuadrilla a su búsqueda. A los dos días de que salieran… regresaron…
con algo envuelto en una sábana blanca, cargad en alto a hombros de todos. Era él.
Su esposa, histérica, no podía creerlo, por qué no lo detuvo esa mañana?. Qué era
lo que estaba tan nerviosa de decirle?… que estaba embarazada.
-puedes observar joven (le dijo el taxista), si
no hubiese dudado, quizá su esposo se podría haber salvado, y ese hijo podría
haber crecido con un padre a su lado.
-pero (le contestó John) era el trabajo del
hombre ir a arreglarlo, o no?
-no hay trabajo que valga más que el corazón,
le contestó al momento de arribar a la oficina”
Tras esto, todo ese momento de dudas y
conflicto pareció instantáneo, el no iba a permitir que su novia se fuese sin
despedirla, así que tomó sus cosas, y ante la vista incrédula de su jefe, cruzó
la puerta a paso firme, para poder llegar al lado de su amada.
4:30 de la tarde, parece ser que ya es algo
tarde…
Como siempre, John Parker está muy cansado por
otra ardua jornada de trabajo, el vaivén de los papeles por esa puerta de
entrada a su espacio de cubículos dispuestos a ser firmados, sellados,
numerados y devueltos se había convertido en una rutina diaria tan necesaria
para él como lo sería levantarse por las mañanas para darse una buena ducha, el
sonido de los sellos imprimiendo su tinta por sobre las hojas ya era en si una
canción de lo más familiar y conocida para él, pero hoy, precisamente hoy no
puede quedarse a terminar su turno hasta las 6, su novia se irá de viaje, y el
acordó ir a despedirla! Él no le puede fallar! Prometió estar en el aeropuerto
puntualmente a las 5 pm, eso quiere decir que si no decide pronto, perderá la
oportunidad de verla por ultima vez en váyase a saber cuanto tiempo. Por la
mente de nuestro amigo pasa el pensamiento de: Qué debo hacer!?, Que conflicto más
grande me acabo de crear por no haber podido pensar antes en todo lo que
tendría que hacer!?, si me voy… me despedirán… y si no voy… es posible que la
hiera, es posible que la lastime muy feo, y no se cuándo la voy a ver!
Acompañando sus caóticos pensamientos en el
preciso instante en que nuestro afamado John está a punto de colapsar por la
indecisión que siente en sí, le vino a la cabeza esa conversación que tuvo con
un viejo taxista apenas la semana pasada, esa especie de extraño mito que le
contó el anciano hombre mientras lo conducía a su trabajo, que más o menos
decía así:
“Hace mucho tiempo, en un pueblito ubicado en
las faldas de una gran montaña, habitaba una hermosa parejita de enamorados,
eran la pareja perfecta, reían, jugaban, bromeaban, se apoyaban, todos opinaban
que pareja mejor que ellos no podría haber. Él era carpintero, uno muy bueno
según me contaron, ella, costurera, la mejor de la región. Cierto mañana le
llegó el aviso al hombre de que el puente colgante situado en las alturas de la
montaña, en la senda que habían trazado para poder llegar a lo más alto y disfrutar
de la hermosa vista que ofrecía tan mágico lugar, se había dañado, y él, como
carpintero, tenía que ir a repararlo. Esa
mañana, ella se notaba algo insegura, nerviosa, él le preguntó si algo pasaba,
a lo que ella contestó “tengo algo que decirte… pero… esperaré a que regreses
para decírtelo”, le deseó suerte en su misión de reparar el puente, y lo vio
partir montaña arriba. Pasaron los días, y no regresaba, una semana pasó, y
salió una cuadrilla a su búsqueda. A los dos días de que salieran… regresaron…
con algo envuelto en una sábana blanca, cargad en alto a hombros de todos. Era él.
Su esposa, histérica, no podía creerlo, por qué no lo detuvo esa mañana?. Qué era
lo que estaba tan nerviosa de decirle?… que estaba embarazada.
-puedes observar joven (le dijo el taxista), si
no hubiese dudado, quizá su esposo se podría haber salvado, y ese hijo podría
haber crecido con un padre a su lado.
-pero (le contestó John) era el trabajo del
hombre ir a arreglarlo, o no?
-no hay trabajo que valga más que el corazón,
le contestó al momento de arribar a la oficina”
Tras esto, todo ese momento de dudas y
conflicto pareció instantáneo, el no iba a permitir que su novia se fuese sin
despedirla, así que tomó sus cosas, y ante la vista incrédula de su jefe, cruzó
la puerta a paso firme, para poder llegar al lado de su amada.
El Aeropuerto, un café, un hombre.
Aquella tarde, mi cabeza no dejaba
de pensar en ella, su fino rostro, esos hermosos ojos café claro que me hacían
perderme en su mirada, esa mirada tierna de dulzura, encanto, inocencia y llena
de pasión; esos labios rojos carmín que siempre me susurraban al oído las
palabras más dulces y me hacían rendir a sus pies; era la primer mujer en tanto
tiempo que me hacía sentir de esta manera, esa sensación desesperada por verla
otra vez, acariciar ese hermoso cabello castaño con finas ondas que caían sobre
su rostro; muchas veces se me hacía irracional esta necesidad de verla, de
sentirla y de estar a su lado por incontables horas observando esa sonrisa
letal para mi, la sonrisa con la que me cautivó desde la primera vez. En ese
justo momento estaba en el aeropuerto esperando mi vuelo a Nueva York, mi jefe
me hizo viajar sin previo aviso a una reunión de la compañía de extrema
urgencia y aunque no era la primera vez
que salía de viaje, en esa ocasión me dolía separarme de ella; antes la
documentación del equipaje, la espera y el abordaje al avión eran tan
cotidianos, una rutina bien conocida por mi ser; en ese instante simplemente no
soportaba la idea de irme lejos y no saber de ella; aún con las llamadas, los
mensajes, no eran suficientes para mi; con ese clima tan malo de pronto, que
parecía reflejar aquel conflicto interno de mi ser, el vuelo había sido
reprogramado hasta nuevo aviso, ¿Cómo no pensar más aún en ella? si parecía que
el destino no quería que me separase de su ser; decidí ir a la cafetería más
cercana, pedir un café como si fuera la cura de mi desesperación, pero ¡No soy adepto al café! Por esa ocasión me inducía a un vicio que nunca entendí, ese café insípido que más bien parecía café instantáneo, o al menos así me supo, me hizo calmar mi ansiedad pero no la necedad de mi mente en pensar en su voz ¿Por qué no le hablo? me preguntaba a
mi mismo ¿Y si le envío un texto? podría pensar que la extraño mucho y ponerla
mal ¿Y si está igual que yo? tal vez renunciar al vuelo y verme en un momento
junto a ella, no importaba nada más; de pronto sumido entre mis pensamientos
sentado en una de las mesas de esa cafetería en el aeropuerto, una voz de un
hombre mayor interrumpía – Buenas noches, te molesto si me siento aquí- de
momento no contesté nada, mi reacción fué mirar a mi alrededor para corroborar
que en esa cafetería habían muchos lugares disponibles -Hay otros lugares
vacíos, quisiera estar sólo- le contesté al hombre -Soy el señor Parker, mi
vuelo se ha retrasado y quise venir a charlar un rato ¿Otro café?- me insistía
el hombre -No gracias, el café de este lugar no es muy bueno, más bien, no
estoy acostumbrado a tomarlo, de hecho no sé por qué decidí tomar café- le
explicaba al señor. -Pues dicen que tomar café aclara las ideas- decía el
hombre tratando de convencerme de tomar una taza más -Eso parece más un mito y
¿Sabe? no estoy muy de humor para platicar, el retraso de mi vuelo, el clima,
esta estúpida canción de elevador que se oye me molestan, claro no es de su
incumbencia pero honestamente no quiero ser grosero con usted, le agradezco el
gesto, pero no, gracias no- replicaba con voz desesperada -No hijo, yo se por
que estas así y creo que necesitas otro café- me decía el hombre -¿Ah si? Haber
dígame por qué estoy así- le decía al hombre en forma desafiante -Muy simple,
es una mujer, ella te pone así, tienes una necesidad desesperada por estar con
ella, conozco muy bien tus reacciones, recuerda que «Más sabe el diablo
por viejo, que por diablo»- me decía el hombre con tono gracioso, por lo
cual no pude evitar soltar senda carcajada -Sí señor, creo que me descubrió, en
verdad tiene usted la razón, pero no puedo evitarlo, tal vez me esté dañando-
explicaba -No sé si te estés dañando, lo que sé es que de ti depende cuanto te
estés atormentando, tal vez si dejarás de pensar un instante en ella… -me
decía el hombre cuando interrumpí -Es imposible, ¡Imposible señor Parker!- aún
creo que no fué mi respuesta más acertada -Bueno hijo, pues si sigues así tal
vez en un futuro cercano, asfixies a esa pobre mujer, y salga huyendo, no sé es
sólo que la experiencia habla, cuando un hombre ama con pasión, esa misma
pasión puedo provocar una tormenta que nada puede parar, ama con medida pero
siempre con la misma intensidad, la mía se llama Simone, la amé con locura pero
ella huyó de mi, creo que fué lo mejor, ahora ella es feliz con otra persona,
aun creo que debió estar conmigo, pero fué mi error atarla a mi por una pasión
desenfrenada- me platicaba el hombre –No es mi caso Señor, honestamente no me
conoce- volvía a defenderme –En efecto, no te conozco, pero tal vez te sirva de
algo mi experiencia, es fácil caer en un error y terminar con todo aquello que
nos cuesta construir- claro su intención era más que una simple charla –Ok,
pero que cree, su historia puedo no aplicar para mi, la amo pero no le haría
daño- mi ego hablaba ahora –Eso decimos todos, pero a veces perdemos la noción-
no entendía el afán del hombre –Ok, y si le hiciera caso ¿De qué me sirve?-
cuestionaba –Bueno eso lo tendrás que saber por tu cuenta, tal vez ahí no sea el más indicado para decírtelo, tú debes descubrirlo- de pronto se oía el anuncio de mi
vuelo a Nueva York -¿Sabe? ese es mi vuelo, creo que después de todo esta breve
charla fué buena para distraerme, pero no creo que me haya ayudado- le decía al
hombre mientras arreglaba mis pertenencias -¿Estás pensando en ella en este
momento?- me preguntaba -No, ahora que lo pienso, no del todo, pero gracias, me
tengo que ir- le decía al hombre mientras corría a la sala de abordaje. Ahora
no sólo pensaba en ella, también en lo que aquel hombre me había dicho, el
señor Parker; ¿Si tuviera razón? Durante el vuelo me resistí a hablarle, a
mandar un solo mensaje, las palabras del Señor Parker retumbaban en mi cabeza,
aún mas atormentada. Al día siguiente en la reunión de la empresa, nos hacían
el anuncio de un nuevo CEO, una reunión urgente para algo tan trivial con un
CEO, para mí era más importante ella, sólo ella, al menos en eso estaba ocupado
mi pensamiento, cuando escuché el nombre del sujeto -¡Recibamos a nuestro nuevo
CEO, el Señor Parker!- mi sorpresa fué tan grande, pensar que aquel hombre a
quien le negué compartir un café en el aeropuerto, era el nuevo CEO de la
empresa, su mirada no evitó verme directamente y saludarme con tanta
familiaridad -¿Aún piensas en ella?- me decía, yo no podía negarlo, ella estaba
en mi mente y en cada parte de mi ser, no pude evitar sonreír ante tal pregunta,
responder sólo con una sonrisa al Señor Parker –Espero que podamos terminar esa
charla de aeropuerto, saliste tan de prisa, ¿Otro café?- me decía el señor –Esta
vez no se lo rechazaré, usted me dice cuándo- respondí sin dudar, aún no sé si fue
por el hecho de saber que ahora era un alto mando de la empresa -¿Me hablará de Simone?- le dije, pero del hombre sólo recibí en respuesta una sonrisa y un par de palmadas en la espalda…
Una tarde lluviosa en la ciudad.
George Parker se encontraba en un
dilema tenía solamente 30 minutos para decidir si abordaría o no aquel avión de
las 18:30 con destino a la ciudad de Buenos Aires, sabia sin duda que las cosas
nunca volverían a ser igual si se marchase para siempre de su ciudad natal.
Parker
se encontraba sentado, acompañado solamente de su maletín
de viaje, su pasaporte y del ruido que comúnmente se percibe en un aeropuerto, prestaba poca atención a
las personas que lo rodeaban, su cabeza estaba llena de miedo, adrenalina y
dudas sobre su partida e inicio de una nueva vida en un sitio totalmente
distinto a lo que él estaba acostumbrado y sucedió prácticamente de modo instantáneo, cuando Parker se vio
enganchado con la risa de una chica y
por unos segundos se olvido de todo, no hubo miedo ni ansiedad, sus ojos se
enfocaban solamente en ella, quien estaba a pocos pasos de distancia, ella de
cabello castaño estatura promedio ojos miel y piel trigueña lucia radiante
mientras atendía una llamada telefónica y jugaba con un bolígrafo en su mano izquierda,
a Parker nunca le había sucedido algo así, ¿amor a primera vista?, pensaba que
eso solo era un mito y fue sin duda un momento
de conflicto interno, una prueba de la
vida -¿le preguntare su nombre? pensaba Parker y entonces se dijo a sí mismo – ¡es
ahora o nunca!, hablare con ella-.
Parker avanzo hacia donde se encontraba la joven,
de fondo sonaba una canción entre cortada por los
avisos de la aerolínea – a los pasajeros del vuelo número 0508 con destino a la
ciudad de Buenos Aires favor de presentarse en la sala numero 21-
Parker.- Hola buenas tardes, mi nombre es George
Parker, disculpa si te molesta que te pregunte cuál es tu nombre pero es que realmente
el sonido de tu risa ha captado mi atención.
Ella.- Hola -una sonrisa nerviosa salió de sus perfectos dientes- Vaya que
manera de comenzar una conversación, pero bueno, tampoco es que me moleste, mi
nombre es Paula Dumenk.
Parker.- Paula es un gusto conocerte.
Paula.- mmm..¿Igual?-titubeo ella- … bueno tengo que dejarte que dentro de poco
sale mi vuelo acaban de dar un aviso, me imagino ya están abordando.
Parker.- A donde viajas? yo voy a Buenos Aires, bueno ya ni sé si iré o no,
estoy a escasos minutos de abordar.
Paula- Justo voy para Argentina también, como es eso de que no sabes si iras?
Parker.-Pues me compre un vuelo de ida solamente, voy con la idea de emprender
en mi negocio y hace unos minutos no estaba completamente seguro de tomar el
vuelo, pero ahora que vas la situación cambia, dime que asiento tienes? Yo seleccione el 23B y tu?
Paula.- déjame revisar, vaya tengo el 23A,¿ increíble no?
Parker.- Increíble NO!, es el DESTINO!
Una tarde lluviosa en la ciudad.
George Parker se encontraba en un
dilema tenía solamente 30 minutos para decidir si abordaría o no aquel avión de
las 18:30 con destino a la ciudad de Buenos Aires, sabia sin duda que las cosas
nunca volverían a ser igual si se marchase para siempre de su ciudad natal.
Parker
se encontraba sentado, acompañado solamente de su maletín
de viaje, su pasaporte y del ruido que comúnmente se percibe en un aeropuerto, prestaba poca atención a
las personas que lo rodeaban, su cabeza estaba llena de miedo, adrenalina y
dudas sobre su partida e inicio de una nueva vida en un sitio totalmente
distinto a lo que él estaba acostumbrado y sucedió prácticamente de modo instantáneo, cuando Parker se vio
enganchado con la risa de una chica y
por unos segundos se olvido de todo, no hubo miedo ni ansiedad, sus ojos se
enfocaban solamente en ella, quien estaba a pocos pasos de distancia, ella de
cabello castaño estatura promedio ojos miel y piel trigueña lucia radiante
mientras atendía una llamada telefónica y jugaba con un bolígrafo en su mano izquierda,
a Parker nunca le había sucedido algo así, ¿amor a primera vista?, pensaba que
eso solo era un mito y fue sin duda un momento
de conflicto interno, una prueba de la
vida -¿le preguntare su nombre? pensaba Parker y entonces se dijo a sí mismo – ¡es
ahora o nunca!, hablare con ella-.
Parker avanzo hacia donde se encontraba la joven,
de fondo sonaba una canción entre cortada por los
avisos de la aerolínea – a los pasajeros del vuelo número 0508 con destino a la
ciudad de Buenos Aires favor de presentarse en la sala numero 21-
Parker.- Hola buenas tardes, mi nombre es George
Parker, disculpa si te molesta que te pregunte cuál es tu nombre pero es que realmente
el sonido de tu risa ha captado mi atención.
Ella.- Hola -una sonrisa nerviosa salió de sus perfectos dientes- Vaya que
manera de comenzar una conversación, pero bueno, tampoco es que me moleste, mi
nombre es Paula Dumenk.
Parker.- Paula es un gusto conocerte.
Paula.- mmm..¿Igual?-titubeo ella- … bueno tengo que dejarte que dentro de poco
sale mi vuelo acaban de dar un aviso, me imagino ya están abordando.
Parker.- A donde viajas? yo voy a Buenos Aires, bueno ya ni sé si iré o no,
estoy a escasos minutos de abordar.
Paula- Justo voy para Argentina también, como es eso de que no sabes si iras?
Parker.-Pues me compre un vuelo de ida solamente, voy con la idea de emprender
en mi negocio y hace unos minutos no estaba completamente seguro de tomar el
vuelo, pero ahora que vas la situación cambia, dime que asiento tienes? Yo seleccione el 23B y tu?
Paula.- déjame revisar, vaya tengo el 23A,¿ increíble no?
Parker.- Increíble NO!, es el DESTINO!
José
María se encontraba tomando un café mientras esperaba su vuelo en el aeropuerto
de Newark, NJ. Su cabeza le daba vueltas tratando de encontrar solución al
conflicto amoroso y repasando lo sucedido una y otra vez. ¿En qué momento
decidió dar marcha atrás? Ella era su mundo y como una canción trillada su
relación termino.
Quizá
el amor es instantáneo, como la sopa o el café soluble… ¡No! Grito en silencio.
Así que rompiendo con todos aquellos mitos cosmogónicos del amor y desamor,
agarró su bolígrafo Parker y comenzó a escribir los motivos por los cuales
deberá regresar a Italia por ese amor, un amor romano.
Era un día gris, de esos días en que todo lo que miras parece tener una misma tonalidad, sabes que cada cosa es única pero aun así es tan similar a todo lo demás. El Dr.
Parker, que toda su vida se había pasado tratado de encontrar una solución a la
enfermedad más añeja de la humanidad, más añeja que la era del mito, tan vieja
como el principio de la vida, pero de la que menos conocimiento se tenía, cuyo
efecto instantáneo despierta los miedos más profundos hasta en el más valiente
de los hombres, tanto el que espera en el aeropuerto, como el que compone una
canción, o el que corre 100 metros en menos de 10 segundos, no había
distinciones de clase o raza.
El conflicto entre la naturaleza y el científico que trataba de desentrañaren lo más profundo de sus secretos estaba llegando a su conclusión, la enfermedad que tanto investigo
por décadas, ya estaba dejando las primeras huellas en él, y sabía que no le
quedaba tanto tiempo, por lo que decidió que sus últimos días los pasaría con
su bella hija, mujer de 32 años que después de varios intentos había quedado
embarazada y estaba a punto de dar a luz, y aunque el viaje tan largo no fuera
tan recomendable por su estado de salud, quería estar ahí, aun así fuera no
último que viera.
Ya en el hospital, en la sala de espera, se encontraba con aquel joven que conoció por primera vez hace diez años, cuando su hija se lo presento el día de su cumpleaños y o había
llevado a la casa para informar a toda su familia que se habían comprometido.
Cuando en ese momento pensaba que esa espera jamás terminaría, un doctor salió
de la sala de operaciones para informales que ya podían pasar para ver al nuevo
integrante de la familia y al momento de preguntarle a su hija, cuál sería el
nombre del bebe, ella se llamara como el, Benjamín Parker, en honor a un hombre
que había dado su vida entera para conseguir lo mejor para su familia.
Y así el científico descubrió la cura a la enfermedad que siempre trato de vencer, pero que todossus intentos fueron en vano. La solución ahora era clara, uno no puede vencer a
la muerte, pero sus ideas y sus logros pueden pasar de generación en generación
y así jamás ser olvidado. Por fin pudo descansar en paz.
Y así, sin mirar atrás, se dirigió al aeropuerto.
-¿En qué estoy pensando? – Exclamó el señor Parker mientras el taxista daba vuelta por la calle Robbins. – Es ilógico creer que por esa canción me encuentre aquí, divagando, queriendo explorar el mundo sin nada más que mis historias. Hace un par de horas estaba tan tranquilo en mi oficina, revisando aquellas facturas que el Licenciado Jiménez había dejado en mi escritorio.
Pero pasó, tenía que sonar esa canción en la radio, esa canción que sólo crea conflicto en mi interior.
– ¿No tiene problema en que tome la calle Cinco? Es que al parecer hubo un accidente unas calles más adelante – Comentó el taxista.
– No, está bien. – continuó Parker – De igual manera no hay manera en que llegue tarde a mi destino.
Parker siguió inmerso en sus pensamientos, tratando de entender el porqué había encendido la radio ese día, el porqué no se había quedado en casa, en porqué no atendió al Licenciado Jiménez a la hora que debía. Todo eso hubiera cambiado el hecho de escuchar esa canción, esa canción que tanto atormentaba su pasado, esa canción que lo hacía huir de esa oficina llena de personas con traje, que todo lo que hablan es un mito, ya que nadie puede corroborar sus palabras.
– Hemos llegado. – Dijo el taxista.
El señor Parker bajó del taxi, tomó su maleta y entró al aeropuerto. Se dirigió directamente a recepción para tomar el próximo vuelo a Perú. Esperó en el bar, tomando solamente un café instantáneo en su larga espera de 3 horas.
Abordó el avión, con tan sólo un maletín y su traje negro. A pocos minutos de despegar, Parker cayó en un sueño profundo.
Unas horas más tarde, una mujer despertó a Parker, ya habían llegado a su destino.
Parker se dirigió directamente al bar más cercano y preguntó dónde podía rentar un auto. El joven del bar lo vio perdido en una profunda depresión, así que decidió acompañarlo.
Una vez con el auto, Parker se dirigió al bosque, dejando detrás las luces de la ciudad. Conectó su teléfono al estéreo y puso aquella canción que lo había llevado hasta este lugar.
– Por fin. – Suspiró Parker. – Por fin he llegado.
A lo cerca y a lo lejos sólo se divisaba obscuridad, recordó aquel mito que le contaba su madre acerca de la obscuridad, en la que nunca se encontraba sólo. Ese recuerdo hizo que se le enfriara hasta los huesos.
– ¿Qué hago acá? – Se preguntó. – Creo que ya es algo tarde para regresar, así que deberé continuar – Exclamó Parker.
Así sin más, se adentró aún más en esa terrible oscuridad, pensando que seguiría su recorrido según lo planeado al día siguiente, pero por el momento sólo quería no detenerse.
De repente no hubo más, todo se volvió más negro. Parker cerró sus ojos y se envolvió de obscuridad total. Dejó que sus pulmones, su estómago y todo su ser se llenara de falta de luz.
Parker fue encontrado días después, con una sonrisa tétrica en su rostro y una nota que decía: «Canción número 7, nunca te olvidaré, me hiciste viajar por el mundo dentro de mi ser, eres libre.»
Nadie nunca entendió de qué se trataba la nota, ya que su teléfono sólo poseía seis canciones, aún así, lo que pasó con él sigue siendo un misterio.
Erase una vez, en una lejana ciudad de Italia, una pareja enamorada, su amor era puro y sincero, Edgar, un dia le pidio matrimonio a Ana, y Ana acepto jurando que era el amor de su vida y que nunca se iban a separar pasara lo que pasara se iban a casar, aunque existia un mito en la familia de Edgar de que cuando una pareja se casaba , la novia moria a la siguiente maniana, cuando la falimilia de Ana se entero comenzo el el conflicto de que si debia casarse o no,aunque la familia de Ana no estaba segura de esto pues los padres de Edgar no estaban casados, pero por si las dudas,a la mañana siguiente llegaron al aeropuerto de Florencia y desaparecieron a Ana llevandola a una ciudad de Suecia, Edgar al enterarse de esto, agarro sus maletas y se fue en tren hasta llegar 6 dias despues a Suecia y se aventuro en busqueda de su amada Ana, busco por los cielos, los mares y la tierra durante 8 años hasta que un dia comenzo a escuchar una cancion, la cantaba Ana, pero para su sorpresa estaba casada con Marcos Parker, al verla fue instantaneo su odio, recordando aquel juramento de amor, que lo primero que hizo fue secuestrar a Ana llevandola a una ciudad muy lejana de ahi, le pidio explicaciones , se casaron y ala siguiente mañana murio… FIN
¡Clap, clap, clap! Me gusta tu prosa.